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El futuro del hospital pasa de un modelo paternalista a uno más colaborativo

El sistema sanitario está inmerso en profundos cambios: la telemedicina y la necesidad de que el paciente sea proactivo marcarán los hospitales del futuro

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50 años alumbrando vidas y velando por la salud de los aragoneses. Se dice pronto, pero el Hospital Materno-Infantil y las unidades de Rehabilitación, Traumatología y Quemados del Miguel Servet cumplen este 2021 medio siglo de existencia.

Con motivo de este aniversario, EL PERIÓDICO DE ARAGÓN ha dedicado un desayuno a conocer a fondo los retos y desafíos de estos equipamientos sanitarios de referencia de la comunidad. Para ello, varios jefes de los distintos servicios se dieron cita en una de las salas del Hotel Alfonso de Zaragoza con el objetivo de poner en común las ideas para el desarrollo futuro. Luis Callén, gerente del Sector II del Salud; Miguel Ángel Ruiz Conde, jefe del Servicio de Ginecología; José Ignacio Labarta, jefe de Pediatría; Carlos Martín Hernández, jefe de Traumatología; Luis González Martínez, jefe de Neurocirugía; y Mª del Rosario Ortas Nadal, jefa de Cardiología, protagonizaron un coloquio moderado por la periodista Alicia Revuelta.

Grupos multidisciplinares

La medicina es una disciplina del conocimiento muy especializada. Como explica el gerente del Servet, Luis Callén, ese proceso de individualización de las competencias fue «bueno en su momento», ya que representó la «consolidación de las especialidades» y facilitó el avance de la medicina. Sin embargo, llegó un punto en el que la total especialización supuso un «discreto obstáculo» para el desarrollo. «Para atender a los pacientes necesitábamos conocimientos propios de la especialidad vecina y la manera de resolver ese problema fue algo que los profesionales, en su afán por proporcionar el mejor cuidado a los pacientes, tenían claro: establecer puentes y modelos de relación con otros servicios para diseñar procesos que atiendan de forma más efectiva al paciente», señala Callén.

Así surgieron los grupos multidisciplinares que, como reconoce Miguel Ángel Ruiz Conde, jefe de Ginecología, existen desde hace tiempo. No obstante, Ruiz Conde va más allá y señala que se deberían «limar algunas barreras» entre las diferentes especialidades para que todo fuera más sencillo. «En Ginecología tenemos que estar en constante acuerdo y comunicación con los comités interdisciplinares de Oncología médica, Oncología radioterápica, o Cirugía Plástica, para la reconstrucción inmediata de un cáncer de mama», ejemplifica Ruiz Conde.

Todo ello tiene un objetivo común: hacer más sencillas las formas de comunicación internas en el hospital para atender mejor al paciente. Como resume José Ignacio Labarta, jefe de Pediatría, debe existir «una colaboración entre niveles asistenciales enorme». Por ello se han desarrollado herramientas novedosas para facilitar esa comunicación, como la interconsulta virtual, que ofrece «una vinculación directa con la atención primaria para facilitar a ese médico de atención primaria unos conocimientos que, debido a la universalidad de su campo, no llega a tener», señala Labarta.

Además, es cierto que existen grupos interdisciplinares con vocación de permanencia, muy bien reflejados en el caso de Oncología, como explica Callén. Pero hay otros que tienen un carácter más temporal, con un horizonte de desarrollo que, una vez cumplido, desaparecen plasmando antes su trabajo en los Procedimientos Normalizados de Trabajo.

Ejemplo de esa transversalidad es el Servicio de Cardiología, en constante comunicación con el resto de áreas hospitalarias. Así lo refleja Mª del Rosario Ortas, jefa de Cardiología, quien expone que las subespecialidades no están aisladas y dependen siempre de procesos más amplios.

Además, todo ese trabajo conjunto debe servir para que el conocimiento continúe avanzando. Y para este objetivo es clave una formación constante que acerque a los hospitales nuevos métodos y herramientas. Como resume Carlos Martín, jefe de Traumatología, «estamos obligados a adquirir esa formación». Para ello, la relación con otros hospitales y grupos de trabajo es esencial: «Tenemos grupos de trabajo de cirugía robótica en los que trabajamos con hospitales belgas o italianos. Compartimos información en reuniones online, presenciales y congresos. Nuestra especialidad, al igual que la Neurocirugía o Plástica, se basa en actividades que evolucionan de forma constante y exigen una actualización permanente».

En este sentido, el jefe de Traumatología apunta que esa innovación se mantiene «en parte gracias a la colaboración de la industria privada», con la formación que proporcionan los fabricantes de prótesis, y gracias también a los programas Focus del Ministerio de sanidad y la DGA, que cuentan con intercambios con otras comunidades.

En continua adaptación

Todo cambia y se adapta a los nuevos tiempos, más si cabe con el proceso de digitalización en el que la sociedad está inmersa. El sistema sanitario, claro, no iba a quedarse atrás. Los avances en telemedicina, unidos al resto de progresos en los campos médicos, configurarán un futuro con un menor protagonismo de la hospitalización convencional y una mayor cantidad de intervenciones ambulatorias, tal y como afirma Luis Callén. El objetivo: asignar mejor el reparto de recursos adecuándose a las necesidades de los pacientes, es decir, realizando aquellas intervenciones que interfieren menos en su vida cotidiana, como la hospitalización a domicilio.

Sin embargo, podría parecer que la sociedad es todavía recelosa a un cambio tan significativo. La atención presencial da mayor seguridad al paciente, o esa es la creencia habitual. No obstante, los expertos coinciden en que es la vía del futuro. Para Carlos Martín, jefe de Traumatología, esta tendencia es normal, pero añade que lo que se precisa son «unos medios de telemedicina adecuados»: «Hay un problema de inversión económica en telemedicina. Es difícil hacerlo por teléfono, pero si se hace con herramientas adecuadas nos ofrecerá un modo de que el paciente esté mejor atendido y se sienta más seguro».

También concuerda Miguel Ángel Ruiz Conde, jefe de Ginecología, en que este es «el reto». Explica que lo ideal es «un hospital sin barreras», pero destaca que existe un problema con los pacientes crónicos, que son los más mayores, que no tienen cómo consultar con sus médicos de forma digital. «Es lo ideal, pero debe haber una transición. Y también habrá que adecuar las agendas de todos los servicios», asevera.

Con ello coincide José Ignacio Labarta, jefe de Pediatría, aunque es optimista: «Costará romper ese recelo, pero se conseguirá. El problema que tenemos ahora es de inversión: es muy difícil hacer telemedicina por teléfono. Sin embargo, si cuentas con un ordenador y cámara web, la relación que se establece entre médico y paciente es mucho más directa».

Además, de la telemedicina dependerá el poder solucionar problemas sin la necesidad de que el paciente acuda al hospital, algo que los ponentes consideran como lo ideal, ya que la hospitalización debería reservarse para lo estricto y necesario.

El hospital del futuro

La adaptación tecnológica marcará el futuro del sistema sanitario, pero no será la única transformación significativa. Los ponentes coinciden en que hace falta un cambio de paradigma en el que el paciente debe tomar una posición activa respecto a su salud, partiendo de la necesidad de una mejor educación sanitaria. Lo resume Luis Callén: «Hay que incardinar las posibilidades de las nuevas comunicaciones, sacar el hospital al exterior y reducir las estancias hospitalarias». La explicación, a continuación.

Como apunta Callén, el futuro de los hospitales va «obligadamente ligado» a la capacidad de «edificar procesos transversales y adaptar los servicios para atender a todos los procesos». En otras palabras: a una mayor ambulatorización de los procesos. En ello coinciden todos los ponentes. Lo que antes se operaba con ingreso, ahora, en muchas ocasiones, ya no requiere de él. Los tiempos de recuperación son más cortos. El impacto sobre la vida cotidiana del paciente es menor al estar menos tiempos alejados de su hogar. Y así un largo etcétera. La clave, como subraya el gerente, es ganar en «resolutividad».

La tendencia de los últimos años muestra que la estancia media de los ingresos está bajando. En sus 34 años de trabajo hospitalario, Miguel Ángel Ruiz Conde ha visto cómo esa estancia media era de 12 días, y los procesos largos, tres semanas. Ahora, la media se sitúa en torno a los tres días. «La tendencia de todos los servicios es disminuir esa estancia media, por la que se necesitarán menos habitaciones». Precisamente, esa reducción del uso de habitaciones para ingresos llevaría a que estas fueran individuales, algo que Martín considera «un derecho para los pacientes».

No obstante, hay un aspecto fundamental en ese nuevo modelo, tal y como apunta Carlos Martín, jefe de Traumatología: «Esto no va solo de actividad asistencial, sino también de la prevención de las patologías. En eso se debe enfocar la educación sanitaria, en educar a la población para prevenir patologías». Un ejemplo es la fractura de cadera en ancianos, uno de los mayores problemas tanto a nivel social como económico. «Debemos desarrollar una actividad de prevención para evitar llegar a la fractura, y eso exige también una concienciación profesional por nuestra parte de sacarnos esa idea de que solo estamos para tratar patologías. Tenemos que imbuirnos en la prevención para evitar que las lesiones se desarrollen», concluye Labarta.

El Servet, al igual que el resto del sistema sanitario, está acostumbrado a trabajar mucho a nivel asistencial, pero el futuro consistirá en «trabajar mejor». Así lo explica Miguel Ángel Ruiz Conde, quien añade que la clave será «atender bien a todos los pacientes, con buena tecnología, buenos cuidados y buena telemedicina, que requiere mucho tiempo».

Según José Ignacio Labarta, vamos hacia un hospital «de puertas abiertas», una actividad ambulatoria que esté «presente en toda la sociedad». Y ello, afirma Labarta, exige un cambio de paradigma a todos los niveles, tanto profesionales, organización y, por supuesto, el paciente. «El paciente debe pasar de ser un elemento pasivo que recibe cuidados a ser un elemento activo, proactivo, que informe de su realidad con mayor responsabilidad en su propio cuidado. Esto es evidente: el modelo de hospital clásico va a cambiar», sentencia el jefe de Pediatría.

El desayuno fue cerrado por la intervención de Luis González Martínez, jefe de Neurocirugía, quien se reafirmó en su creencia –y la de la sociedad en su conjunto– de que el sistema público de salud es patrimonio de todos, por lo que «estamos obligados a cuidarlo y a mimarlo». De ahí, la importancia de que el paciente ayude, que sea «proactivo» para mantenerse en buen estado y dé un paso más en su responsabilidad. La clave, dice González, reside en pasar de un modelo «paternalista» a un modelo «colaborativo».

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Source
elperiodicodearagon.com

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