En plena pandemia y como nunca antes, los pacientes en el país están siendo atendidos a distancia. De febrero a mayo, las EPS del régimen contributivo adscritas al gremio de Acemi realizaron más de 2,8 millones de teleconsultas.
Pues si en febrero, antes de la llegada del nuevo coronavirus al país, de las medidas de aislamiento, de la cuarentena general y del estado de emergencia, las aseguradoras de este gremio hicieron 19.341 atenciones por telemedicina, teleconsulta o teleorientación, en mayo esa cifra pasó a 1’447.248, un aumento del 7.482 %.
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En palabras de Gustavo Morales, presidente de Acemi, la emergencia por la covid-19 aceleró increíblemente un proceso que estaba ocurriendo con cuentagotas y que ahora, tras una transformación operativa y organizacional sin precedentes, “va a dejarle al país un sistema de salud transformado en este campo para bien”.
Lento despegue
La incursión de estas tecnologías en el país fue hace dos décadas, pero en octubre del año pasado, con la expedición de la resolución 2654, que reglamentó la ley 1419 del 2010 que estableció los lineamientos para desarrollar la telesalud, se construyó la autopista para garantizar la llegada de estos servicios a sitios de difícil acceso y a poblaciones con limitaciones asistenciales.
Según dicha resolución, dentro de la telesalud se incluyen la teleeducación, la teleorientación (para direccionar y dar información a los usuarios sobre condiciones de salud), el teleapoyo (soporte entre el talento humano de la salud) y cuatro áreas de telemedicina: la interactiva, que comprende consulta general, de especialidades y rehabilitación; la no interactiva, que permite segundas opiniones, lecturas e interpretación de imágenes y exámenes diagnósticos; la teleexperticia, como soporte a decisiones clínicas y juntas médicas, y telemonitoreo, que abarca un conjunto amplio de servicios enfocados a hacer seguimiento a pacientes.
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Todo esto, por supuesto, incluido en el Plan de Beneficios en Salud (PBS) y ofrecido a través de aplicativos y sistemas web, aplicaciones informáticas y móviles, videollamadas, redes sociales y servicios de mensajería electrónica (e-mail, mensajes SMS y multimedia). Además de procesos realizados en equipos específicos de alta tecnología.
Y si bien la resolución 2654 reglamentó y modernizó la normatividad existente, el decreto 538, expedido en medio de la emergencia sanitaria para adecuar el sistema de salud al manejo de la pandemia, le puso el acelerador definitivo a la telesalud.
“El decreto nos posibilita que con la capacidad de audio y video suficiente el médico o la enfermera pueda diagnosticar a su paciente desde su domicilio y consultorio, e incluso se pueda prescribir una fórmula médica a través de medios electrónicos”, explicó en su momento el ministro de Salud, Fernando Ruiz, destacando la enorme ayuda que estas tecnologías traerían para mantener el aislamiento preventivo en la población de más riesgo.
Al servicio de pacientes
Rodolfo Vega Llamas, internista y cardiólogo, director médico de Telemedicina de Colombia ITMS, está convencido de que ante la actual crisis sanitaria la telesalud se está consolidando como una gran estrategia de atención médica en Colombia y en el mundo.
El cardiólogo Vega lleva 15 años trabajando con este tipo de servicio en el país y ahora lo ve como una opción real para que pacientes diabéticos, hipertensos, coronarios, de enfermedades infecto-contagiosas e incluso mujeres embarazadas continúen con sus atenciones y tratamientos sin riesgo de contagio.
En su caso, gracias a la telemedicina ha podido diagnosticar cientos de patologías cardiacas, como infartos, bloqueos y arritmias, y con las teleconsultas ha valorado pacientes mayores con problemas de movilidad, personas con patologías crónicas y niños que necesitaban seguimiento de sus cifras tensionales y manejos de medicamentos.
“Lo más importante es que se evita la saturación de los servicios hospitalarios y consecuentemente se logra una reducción en la propagación del virus, tanto en los pacientes como en los profesionales de la salud”, afirma, y expone que, incluso, esta demanda se ha triplicado en su caso en los últimos meses.
“La telemedicina siempre ha sido una herramienta importante en un país como Colombia, donde hay pocos especialistas en zonas distantes, pero ahora, con esta pandemia, estoy convencido de que se ha vuelto una herramienta que amerita todo el apoyo para que cada persona tenga el acceso a estos servicios”, remata el especialista.
Apoyo a los colegas
Jairo Antonio Pérez Cely, director del Departamento de Cuidado Crítico del Hospital Universitario Nacional de Colombia, coincide en que al tiempo que la pandemia por covid-19 le ha planteado muchos retos al sistema de salud, también ha sido motor de transformaciones y sinergias en beneficio de la medicina y los pacientes.
Desde su centro médico universitario, por ejemplo, establecieron un programa para brindar teleapoyo interdisciplinario en cuidado crítico a las instituciones que no cuenten con el talento humano para manejar casos de covid-19 y otras patologías severas.
De esa forma han asesorado a los equipos de salud de los hospitales regionales en decisiones asistenciales y éticas de pacientes con covid-19 y, dado el caso, han servido como centro de referencia para traslado de casos críticos que requieran atención en alta complejidad.
El hospital San Rafael, de Leticia; el regional del Sarare, en Arauca; el San Antonio, en Boyacá; el San Andrés de Tumaco; el García Rovira, de Málaga; el departamental de San Andrés, y el San Antonio, de Mitú, así como las secretarías departamentales de Salud de Casanare, Caquetá, Guainía, Guaviare, Nariño, Putumayo, Santander y Vichada se han visto favorecidos con estos servicios.
Otros casos de éxito
No son pocas las instituciones que se han volcado hacia estos servicios o que ya decidieron incursionar en ellos. El Hospital Militar Central de Bogotá viene adelantando sesiones de teleconferencias para expandir el conocimiento y recomendaciones sobre manejo de pacientes críticos relacionados con covid-19, y hasta la fecha más de 1.000 médicos en diferentes regiones de Colombia y de Latinoamérica han participado.
Colsanitas dio a conocer los buenos resultados de sus consultas médicas virtuales entre médicos y pacientes para evitar la pérdida de citas médicas programadas, disminuir el riesgo de contagio de pacientes y hacer diagnósticos y exámenes. En el mismo sentido, la Fundación Valle de Lili, en Cali, utiliza esta tecnología tanto para comunicarse virtualmente con pacientes como para proteger los equipos biomédicos de posibles ciberataques. Y la Fundación Santa Fe de Bogotá había llevado a cabo más de 3.000 sesiones de teleconsulta hasta el mes pasado.
Por otro lado, la aplicación de salud Sitidoctor lanzó un botón de teleorientación gratuita con una red de más de 100 médicos voluntarios de 10 especialidades diferentes, con agenda abierta. La opción está para quienes necesiten una consulta particular en medicina general, familiar, interna, pediatría, psicología, psiquiatra, enfermería y nutrición.
Y en el plano de la salud mental, Positiva Compañía de Seguros puso a disposición de sus asegurados los servicios de orientación psicológica a través de herramientas de comunicación virtual, sobre todo para aquellos que por su profesión están más expuestos a la covid-19.
En cualquier caso, se debe tener en cuenta que hacer videoconferencias y usar la telemedicina son dos conceptos diferentes, según explica Ricardo Santos, gerente regional de desarrollo del mercado de salud para Latinoamérica de Cisco Systems, empresa especializada en este tipo de soluciones.
“La implementación de un programa de telemedicina requiere de la interoperabilidad con un sistema hospitalario que esté conectado con el historial médico de los pacientes, garantice la seguridad de los datos y sea escalable para que responda a la complejidad de los servicios que se ofrecen a través de esta modalidad”, afirma.
Con cautela
La telemedicina y sus potencialidades son incontables, pero de acuerdo con Pedro Cifuentes, administrador y experto en sistemas de salud, es necesario cualificar la calidad de los servicios que se ofrecen para que cuando se retome la normalidad se tenga claro cuáles son sus verdaderos alcances y utilidades sin atentar contra el principio fundamental de la medicina, que es la relación directa entre el médico y los pacientes.
“Sin duda es una buena herramienta, pero siempre que se pueda tener el contacto directo con los pacientes, esto debe primar, y evitar así los riesgos de despersonalización o deshumanización. Por eso debemos avanzar en ella con cautela”, concluye Cifuentes.
¿Cuándo ir al médico?
Tenga en cuenta que la telemedicina es una más entre las opciones de atención y hay ciertas patologías o síntomas que requieren atención presencial, según expertos de Johns Hopkins Medicine. Algunas de esas situaciones son:
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