“La telemedicina ha venido para quedarse de forma complementaria”

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Cuando en marzo de 2020 el coronavirus obligó a todo el país a recluirse en sus casas la actividad programada en los centros de salud y hospitales se vio suspendida por criterios de salud pública. Fue entonces cuando los sanitarios tuvieron que reinventarse como tantos y tantos sectores para poder seguir ejerciendo su profesión.

La premura obligó entonces a mantener la actividad de urgencias y cirugías no demorables, pero los sanitarios comprobaron que había muchísimos pacientes que precisaban seguir una atención y unos cuidados de salud. Y se puso en marcha la teleasistencia, llamadas telefónicas o videollamadas para mantener el contacto entre sanitarios y pacientes que permitieran asegurar el control de cada caso.

El Dr. Rodrigo Avello Taboada, coordinador Médico del hospital Recoletas Burgos, ha sido uno de los médicos que ha tenido que reinventarse durante este largo año y ha comprobado en su propia piel las ventajas e inconvenientes de un sistema de asistencia sanitaria que «ha venido para quedarse».

«Cuando se suspendió la actividad normal de los centros médicos fue el momento de hacer algunos cambios en cuanto a los sistemas informáticos y a la hora de reorganizar las agendas desde el servicio de admisión, además de llevar a cabo un periodo breve de formación para especialistas. Desde el primer minuto se pudo ver que todos los profesionales recibían impresiones muy positivas por parte de los pacientes, que aunque no estaban acostumbrados a este tipo de asistencia en seguida lo vieron como algo muy positivo», recuerda el doctor Avello.

Estas llamadas sirvieron en ese momento para tener acceso a los médicos, tanto de familia como especialistas, evitando desplazamientos. «Se trataba de garantizar la continuidad de los tratamientos, resolver dudas, apoyar y acompañar en determinados casos y, sobre todo, hacer un seguimiento muy cercano de los pacientes», explica Avello.

Un sistema de trabajo que ha tenido sus ventajas e inconvenientes, tanto para pacientes como para los profesionales. Para el doctor Avello, la principal ventaja reside en la posibilidad de «acercarte al paciente sin tener que acceder a un centro sanitario, te garantiza la continuidad de la asistencia, porque en todo proceso de salud surgen numerosas dudas, hay momentos en los que no sabes cómo acudir y quizás una cita con tu médico está alejada en el tiempo y esto te acerca al paciente».

Pero también tiene unos inconvenientes, y es que el acudir de forma presencial con un médico, sobre todo en una primera visita, para muchas especialidades se hace casi muy necesario. «Primero por la exploración física, para completar el historial médico y porque es fundamental la comunicación médico-paciente para fortalecer tanto la adherencia al tratamiento como para establecer una relación de confianza mutua, que eso hace que los tratamientos vayan mejor», asegura.

Otros inconvenientes que pueden surgir llegan en ocasiones de la mano de la parte técnica de estas comunicaciones, con llamadas que se cortan o videollamadas que llevan un desfase entre la imagen y el sonido. Pero a pesar de ello, y teniendo en cuenta que la asistencia al médico y al hospital de manera presencial va a seguir siendo el estándar en la relación médico paciente, Avello cree que la telemedicina « ha venido para quedarse de forma complementaria». «La teleasistencia es una herramienta de mucha utilidad por dos cosas, porque garantiza la continuidad asistencial y porque contribuye a la accesibilidad», insiste.

La accesibilidad, que deben ser uno de los principios que rigen la asistencia, y conseguir que todos los pacientes tengan acceso a todos los servicios de sanidad que necesiten es el primer objetivo que buscar la teleasistencia. Por ello, en Recoletas se hicieron en torno a 3.000 asistencias virtuales durante 2020 y en este 2021, con las medidas un poco más laxas de acceso a hospitales, llevan ya unas 600.

«Yo creo que se puede combinar. Es importante tener en cuenta que hay pacientes que están muy alejados de los centros hospitalarios. Hay casos en los que es imprescindible la asistencia presencial, y a los médicos nos encanta ver a los pacientes, pero hay determinadas consultas o asistencias que se pueden hacer de manera virtual. De esta forma garantizas una buena comunicación y quizás para pacientes crónicos, que tan solo buscan una consulta sobre un tratamiento que ya utilizan o que necesita un ajuste o consultar una duda, hacer una llamada en vez de acudir a una consulta presencial pueda agilizar el sistema», explica Avello.

Pero no solo en estas situaciones. De hecho, la teleasistencia se hacía ya de antes pero de una manera ‘peculiar’: «Hay pacientes muy añosos que tienen muy complicada la movilidad. En estas situaciones a veces le decías a la persona que les acompaña a la consulta que a la siguiente no es necesario que venga el paciente, que con que acuda el acompañante con la prueba es suficiente. Son cosas que ya se hacían antes y que ahora lo hacemos con otros medios. Sin perder de vista que es necesario que la comunicación médico-paciente no se pierda, porque hay muchas cosas que no se perciben en una llamada: una mirada, un gesto, un silencio… cosas que nos enseñan en la facultad».

Avello asegura que lo fundamenta es «implicar al paciente». «La teleasistencia es una herramienta que se va a quedar y como médico tú tienes que ver las necesidades que tiene cada paciente y, en esa relación de confianza entre los dos, decidir cuándo la consulta se va a hacer de forma telemática porque tiene determinadas ventajas: para un resultado, para algunas llamadas de cómo van los efectos adversos o la eficacia de algún tratamiento o cómo se está recuperando tras las primeras semanas de una intervención, y cuándo no. Nunca va a sustituir lo que es una asistencia presencial por todo lo que implica, pero como una herramienta más es una posibilidad muy oportuna y ágil», sentencia.

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