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¿Llegará el día en que los robots sean sujetos de derecho?

La abogada Estefanía Santos, especialista en derecho de alta tecnología, opina que “en el futuro los robots serán seres y entidades autónomas”

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Estefanía Santos es abogada especialista en Derecho de Alta Tecnología y fue profesora de Roboética en la Universidad de Buenos Aires. En 2017, como oradora TED, dio la charla “Robots: nuestros hijos de la mente” y es autora de Offlink, una trilogía cuyo primer libro se puede leer en la plataforma Leamos.com.

En una entrevista a cargo de Carolina Balbiani realizada en el marco de Experiencia Leamos, la experta habló sobre el mundo virtual y el futuro de la especie humana. “La evolución tecnológica es veloz, vertiginosa y exponencial”, dijo, y luego contó una experiencia de la que han pasado más de diez años. En 2008, Europa comenzaba a estudiar la posibilidad de la telemedicina y el impacto legal de estar, por ejemplo, operando un paciente en Argentina desde Francia, por lo que la Comisión Europea le encargó un estudio sobre los avatares. ¿Qué es un avatar? Un avatar, explicó Santos, puede ser virtual, como un personaje de un videojuego o puede ser la manipulación de un robot a distancia mediante determinado software.

Hoy, mediante ese mecanismo, la telemedicina es una realidad: “El estudio que realicé hoy está siendo perfeccionando y poco a poco la telemedicina saldrá del quirófano para llegar a nuestra vida cotidiana”. Todo de acuerdo, aclaró, a la velocidad en que la tecnología se vaya abaratando en sus costos.

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“En el futuro”, dijo Santos, “los robots serán seres y entidades autónomas”. Tendrán creatividad, emoción y sentimientos, pero distintos a los seres humanos. “Y nosotros también vamos a cambiar, nos iremos fusionando con la tecnología”. Se considera que en el 2030, por ejemplo, los humanos podrán hacer un upload de la mente a la nube. Este tipo de cambios, dijo, se darán naturalmente, ya que necesitaremos maximizar nuestra capacidad mental para vivir en la sociedad que vendrá.

Lo preocupante, sin embargo, es que paulatinamente la tecnología nos hace aceptar “casi sin un consentimiento informado” las invasiones a nuestra intimidad en pos de la adaptación a la evolución tecnológica: “Nos adaptamos casi como una forma de seguir sobreviviendo y siendo útiles. De lo contrario, quedamos excluidos de círculos sociales y del trabajo”, cerró.

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