Galicia da una vuelta de tuerca a la eHealth: gafas inteligentes para atender urgencias fuera de un hospital
Un estudio "pionero" de la Universidad de Santiago de Compostela demuestra las capacidades de esta tecnología para que cualquier ciudadano pueda realizar una actuación médica gracias al asesoramiento remoto de un médico.
Que la tecnología ha irrumpido en los hospitales y ha llegado para quedarse es algo que ya nadie discute. La realidad aumentada, la cirugía robótica o la inteligencia artificial aplicada a la realización de determinados diagnósticos comienza a ser algo cada vez más habitual.
Ahora bien, los diferentes avances disruptivos que se están produciendo en el sector abren una nueva posibilidad, como es la de que determinadas acciones sanitarias urgentes se puedan desempeñar fuera de un centro sanitario por parte de personas que no tengan por qué tener conocimientos médicos.
Desde la educación pública gallega llega una iniciativa que podría marcar un antes y un después en gestión de situaciones sanitarias remotas. Concretamente, ha sido la Universidad de Santiago de Compostela (USC) la que ha desarrollado un estudio “pionero” a cargo de la estudiante de doctorado de este centro Silvia Aranda, bajo la dirección de Antonio Rodríguez, del grupo Clinursid de la USC, y Roberto Barcala, del grupo UVigo Remoss.
Unas gafas inteligentes hacen posible esta especie de milagro. Además de sus aplicaciones en otros múltiples ámbitos, estos dispositivos pueden convertirse en una valiosa herramienta en la atención de incidencias.
En concreto, el equipo de investigación buscó comprobar si un grupo de socorristas podía asistir a un parto inminente, siguiendo las instrucciones que les daba una matrona a través de unas gafas inteligentes.
Los resultados de este estudio piloto, el primero en analizar la utilidad de esta tecnología en actuaciones extrahospitalarias, se recogen en un artículo publicado recientemente en la revista Sensors, que muestra cómo en una simulación realizada con 38 socorristas, estos pudieron realizar correctamente la mayoría de los pasos incluidos en el protocolo de atención al parto extrahospitalario.
El estudio se realizó con un simulador materno-fetal y dos grupos de reanimadores. Uno de ellos actuó siguiendo las instrucciones que le dio la matrona y otro realizó la misma intervención de forma autónoma, sin que ninguno de sus miembros pudiera completar correctamente los diferentes pasos del protocolo.
Esto es lo que se recoge en el artículo, que explica que aunque hay iniciativas enfocadas a las posibilidades de las gafas inteligentes con personal médico, “no había estudios previos sobre su posible utilidad con socorristas que no son personal médico y con los que consideramos que realmente podrían tener una relación realmente positiva”.
En este sentido, el equipo investigador explica que en el ámbito “extrahospitalario” es hasta ahora donde menos se han explorado las posibilidades de este tipo de dispositivos, ya que su uso se ha centrado, en mayor medida, en “ayudar o formación en el ámbito sanitario”.
Hasta la publicación de este estudio, reconocen desde la USC, “sólo existía un artículo previo relacionado con el triaje de accidentes con víctimas múltiples“. En cuanto a la práctica clínica, dicen, “este tipo de dispositivos ya han sido utilizados por personal de ambulancias en diferentes países, pero hasta el momento no hay evidencia científica, sino sólo experiencias clínicas aisladas”.
En ese sentido, para este primer estudio “se optó por un nacimiento porque es algo inusual”, explican. “Encontrar uno es algo excepcional, pero los partos precipitados pueden ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar”, aseguran, lo que significa que “aunque los datos no sean alarmantes, los partos extrahospitalarios accidentales se asocian a una importante morbilidad perinatal”.
Teniendo en cuenta también lo que podría significar una intervención rápida en entornos de “difícil acceso para los servicios de salud”, como una playa, la investigación se realizó con socorristas, dado su perfil como “primeros intervinientes” en múltiples tipos de emergencias.
Ante una situación como esta, serían “estas personas las que tienen la obligación de intervenir, pero su formación se centra en incidentes acuáticos y no están acostumbrados a todo tipo de emergencias sanitarias”.
Ver lo que está pasando y evaluarlo
Por eso, “las gafas inteligentes pueden ser un instrumento que ayude tanto al centro de coordinación médica, que puede ver lo que está pasando y evaluarlo, como a los socorristas a dar esos primeros pasos que puedan solucionar la situación”.
En el estudio participaron 29 hombres y nueve mujeres que recibieron una breve sesión de entrenamiento con el dispositivo antes de enfrentarse a la simulación de un parto sin complicaciones.
Divididos en dos grupos, en el caso de aquellas y las que disponían de las gafas, estas permitían a la matrona seguir en directo su intervención y trasladarles una serie de instrucciones, así como enviarles imágenes de apoyo sobre la colocación de las manos para proteger el perineo y la extracción del hombro anterior del bebé.
Bajo su dirección, el 35% de los integrantes de este grupo lograron desarrollar correctamente la secuencia completa del protocolo, algo que ninguno de los integrantes del grupo de control, que no tenía instrucciones, pudo hacer.
Todas las medidas incluidas en este protocolo también fueron realizadas de forma “significativamente mejor” por el grupo que trabajó con las gafas. De hecho, más del 90% de sus miembros realizaron correctamente 11 de los 13 pasos incluidos en este protocolo.
En este punto, el equipo investigador destaca cómo la teleasistencia les permitió desarrollar mejor las habilidades técnicas requeridas para este tipo de intervenciones, como la “protección activa del perineo“, pero también las “no técnicas, como tranquilizar, informar y respetando a la mujer”.
Además, otro de los beneficios observados fue que, con la orientación de la matrona, los rescatistas “colocaban al bebé sobre el cuerpo desnudo de la madre” en más del 90% de los casos, algo que solo hacía el 5% de los integrantes del grupo control.