Implantes cerebrales permiten que mujer afectada por la enfermedad de ELA se pueda comunicar
Un reciente estudio permitió que una mujer afectada por ELA, pueda expresarse mediante un software que genera palabras a través de una pantalla de computadora.
Investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) desarrollaron unos implantes cerebrales y software que permiten articular las palabras de una mujer afectada por la enfermedad de esclerosis lateral amiotrófica, conocida como ELA.
El estudio, publicado en la revista ‘Nature’, se basa en el hecho de que el cerebro recuerda cómo formular palabras aunque los músculos responsables de pronunciarlas en voz alta estén incapacitados.
Ahora bien, esta nueva conexión cerebro-ordenador hace realidad el sueño de recuperar el habla en pacientes que la han perdido.
Pat Bennett, de 68 años, a quien en 2012 le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA), es uno de los pacientes que está probando estos implantes.
“Ahora podemos imaginar que en un futuro será posible restablecer una conversación fluida en una persona que sufra una parálisis” de lenguaje, reveló Frank Willett, profesor en Stanford y coautor del estudio.
¿Cómo funcionan los implantes en la mujer con ELA?
Ciertamente, lleva implantados cuatro sensores en su cerebro para tratar la pérdida de la capacidad de hablar de forma inteligible. Por ello, Bennett, a través de un software de última generación, es capaz de decodificar su actividad cerebral.
Por lo mismo, estas señales permiten llevar en palabras los pensamientos de Bennett, quien se encuentra aquejada de ELA, una enfermedad neurodegenerativa que afecta las neuronas del cerebro y la médula espinal.
“Cuando uno piensa en la ELA, piensa en el impacto de brazos y piernas, pero en un grupo de pacientes de ELA, inicia con dificultades en el habla”, señala Bennett en un correo electrónico.
Para enseñar al algoritmo a reconocer los patrones de actividad cerebral asociados a cada fonema, una unidad mínima en la escritura.
Siguiendo con el procedimiento, la mujer se sometió a unas 25 sesiones de entrenamiento, de unas cuatro horas de duración cada una, durante las cuales intentó repetir frases elegidas al azar de un gran conjunto de datos formado por muestras de conversaciones entre personas que hablaban por teléfono.
No obstante, el dispositivo tiene licencia para uso exclusivo en investigación y no está disponible comercialmente.