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Un sistema doblemente hostil

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Es cierto que hay que construir sobre lo construido, pero el sistema de salud de Colombia está agotado en sus variables fundamentales.

Acaeció una pandemia para que pudiéramos sacar del sombrero el conejito de la telemedicina. Nunca se había hecho en tal escala, pero rápidamente el personal de salud respondió y fue la metodología aceptada por el paciente, por la gran calidad que se demostró. Se está acabando la pandemia y la telemedicina, como la conocimos, se va con el decreto de emergencia sanitaria.

Para nadie es un secreto que este es un sistema que presenta una hostilidad fundamental: es de respuesta tardía, hay una inercia ante las necesidades y los requerimientos básicos. Sin ir más lejos, antes de la pandemia, aunque Colombia tenía reglas de juego avanzadas en la región sobre telesalud, esta “era menos hostil”. Estas reglas se vieron rápidamente obsoletas frente a la necesidad de formulación, de adaptación y la demanda del servicio. ¿Esa reducción en la hostilidad fue suficiente?

Prepandemia, la respuesta del sistema a las necesidades de los pacientes se centró en el desarrollo de normas para una telesalud prepandémica, enfocada en la tecnología, en la infraestructura y en la burocracia de habilitación de servicios. La pandemia demostró que todas esas nuevas normas seguían obsoletas.

Durante toda la pandemia el sistema de salud pero en especial pacientes y trabajadores de la salud respondimos al reto. Con un riesgo jurídico enorme, pero respondimos.

La hostilidad del sistema no solamente afecta al paciente, sino que toca también a otros de los eslabones más fundamentales, como los trabajadores de la salud. La reconciliación pospandemia va también en el sentido de reconocer y abrazar las necesidades de estos trabajadores. Hacer el sistema menos hostil pasa por motivar al personal. Se deben mantener o desarrollar cosas tan sencillas como la exención del pico y placa para personal salud, una conversación continua sobre los salarios, una respuesta a la insistencia en las carencias de insumos, una educación continua con estímulos a los posgrados y un largo etcétera en el que estamos en deuda.

Se ha avanzado mucho, es cierto. Este Ministerio de Salud estuvo a la altura. Pero, así como dice aquella frase atribuida a Voltaire, “lo perfecto es enemigo de lo bueno”. En lo respectivo a la hostilidad dentro del sistema no hay puntos intermedios: o es perfecto o no lo es. Se es hostil o no. La perfección aquí es la diferencia entre la vida y la muerte. A los profesionales de la salud se nos exige ser prácticamente y cuando menos perfectos. El sistema, de otro lado, se conforma con cumplir lo básico. Entonces sigue siendo hostil y volverá a ser hostil si no entendemos que debemos proteger las variables fundamentales del sistema: los pacientes y los trabajadores de la salud.

Se nos fueron grandes médicos en medio del servicio durante la pandemia, así como grandes enfermeras y compañeros. Un reconocimiento no basta. Todas estas son discusiones que debemos retomar para evitar que al volver a la sonada “nueva normalidad” esta no sea igual de normal que la vieja normalidad. Es fundamental hacer también menos hostil el sistema para los trabajadores de la salud.

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Source
https://www.elespectador.com/

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